¡Hola! ¿Cómo estás?
Hoy quiero hablarte sobre amor propio porque me da la sensación que hemos menospreciado el término, hablando de él cómo si fuera algo simplemente relacionado con mirarse al espejo, como si fuera una chorrada más de la que hablar en redes sociales.
Para mí, el amor propio no es algo que te pueda enseñar cualquier gurú de Instagram, es algo profundo y necesario que todos deberíamos practicar. Tras mi último paso por terapia (tras tener una época de mucha ansiedad), descubrí que esas dos palabras significan mucho más de lo que parecen.
Amor propio, para mí, significa: conocerse a uno mismo, respetarse, quererse, saber lo que te hace bien o hace mal, priorizarse cuando se deba, autoestima, sexualidad… Es un término que engloba mucho y del que hablamos “muy rápido”.
¿Te conoces a ti mismo? ¿Sabes lo que te hace sentir bien y mal? ¿Qué cosas del día a día te quitan energía y cuáles te las dan? ¿Tomas decisiones pensando en ti y en tu bienestar o en los demás? ¿Te gusta cómo eres? ¿Te respetas? ¿Te quieres?
Éstas y muchas preguntas más podrías hacerte para saber si tienes consciencia de amor propio o no. Todos deberíamos pararnos a conocernos, porque para tratarnos bien a nosotros mismos tenemos que saber primero qué nos hace felices y qué no, qué cosas queremos cambiar y cuáles no.
Pero María, ¿qué tiene que ver todo esto con encontrar la luz y con tu columna? Pues mucho, porque aunque parezca un tópico, para estar bien con los demás tienes que estar bien contigo mismo. Para poder encontrar la luz en el día a día, tenemos que averiguar qué nos hace bien y qué nos hace mal, que nos da la paz.
Dicho todo lo anterior, te propongo un reto: practicar el amor propio.
1) Haz un diario de las cosas que te hacen feliz y las que te molestan en el día a día, escribe cuándo has hecho algo que no te apetecía y el por qué lo has hecho (ha sido por ti o por los demás). 1 Semana, 2 semanas, 1 mes, lo que sea necesario.
2) Una vez que hemos identificado qué te hace feliz y que no. Debemos averiguar cómo te sientes contigo mismo. ¿Te gusta cómo eres? ¿Cambiarías algo de ti? Piensa en aquello que no puedes cambiar, ¿cómo podrías aceptarlo?
3) Ya hemos investigado sobre cómo nos sentimos… Ahora viene lo más complicado. ¡Debe ser constante!
¿Cómo ser constante?
- Prioriza las situaciones que te hagan feliz, y solo tolera las que no en causas de fuerza mayor (un familiar o amigo íntimo necesita algo puntual por ejemplo).
Por ejemplo: tu madre quiere que te apuntes a cerámica con ella, pero a ti no te apetece nada de nada. Le dices que no te apetece, que no es lo tuyo, y que te ofreces a acompañarla un día esporádico o quedar cuando salga para que te enseñe lo que ha hecho en la clase.
- Toma decisiones pensando en ti y en cómo te sientes. Por ejemplo: esta tarde tienes muchísimo trabajo, pero estás agotada y necesitas una siesta.
Puedes practicar el amor propio, echarte una siesta corta de 30 minutos, tomarte un café y ponerte a trabajar.
- Cambia como te sientes respecto a ti.
Cambia o moldea las cosas que no se gustan de ti (que se puedan cambiar) como tu carácter, tu forma de comportarte en determinadas situaciones… Y cambia los sentimiento hacia aquello que no puedes cambiar, por ejemplo: odias tu nariz pero no te puedes operar, pues tienes que intentar relativizar esos sentimientos. Puede que a ti no te guste y a otros les encante.
OJO, no he dicho que sea fácil, pero te prometo que merece la pena. Y si necesitas ayuda, pídela, para eso están los terapeutas.
¿Lo vas a intentar? Ya me cuentas el mes que viene.
¡Y no te olvides de sonreír!