Dice la RAE de “atalaya”: 'Torre hecha comúnmente en un lugar alto, para registrar desde ella el campo o el mar y dar aviso de lo que se descubre'.
Y precisamente en una atalaya, con unas privilegiadas vistas de la ciudad de Murcia, nace este nuevo espacio de opinión, desde donde acercaré a los lectores a mi mundo, que probablemente tenga mucho que ver con lo social, la empatía y el respeto. ¿Y los descubrimientos? Os aseguro que vendrán. Y las risas, también. ¿Comenzamos?
Hoy quisiera poner el foco sobre esos elementos que hay en las ciudades, en los que muchas veces no reparamos y que quizá no sepas por qué están ahí ni para qué sirven.
¿Sabes qué es esto?
Estas líneas y puntos las pisas mil veces cada día. Están en nuestras calles, edificios públicos, estaciones, en algunos establecimientos… pero, ¿para qué sirven? Es señalización podotáctil, imprescindible para el seguro deambular de las personas con discapacidad visual. Está en relieve para que el invidente pueda reconocer la señalización con su bastón y seguir los indicadores de dirección (líneas) o percibir una advertencia o precaución (puntos), como que se encuentra ante un cruce peatonal, un cambio de dirección o unas escaleras, por ejemplo. Qué curioso, ¿verdad?
Fíjate a partir de ahora cuando vayas caminando. Verás cómo están por todos lados. Y sobre todo, ahora que sabes para qué sirven, procura no detenerte sobre ellas, para dejar el camino libre a las personas con discapacidad visual.
Y esto otro, ¿lo has visto alguna vez?
Se trata de un asiento isquiático. ¡Bonito palabro!
Habrá quien diga que no tiene pinta de ser muy cómodo, pero si pensamos que está diseñado para servir de apoyo y descanso en posición de semisentado, eliminando el esfuerzo que supone para algunas personas levantarse (personas mayores, embarazadas, con movilidad reducida o molestias lumbares), probablemente ahora consideremos que es una gran idea de la que además, nos podemos beneficiar todos.
Y si nos ponemos en la piel de una persona sorda, entenderemos lo necesario que llega a ser una pantalla informativa que indique en texto cualquier información o aviso que se suele facilitar a los clientes o usuarios por megafonía. Hablamos por ejemplo de las ofertas en el supermercado, avisos en los grandes almacenes o información básica en el transporte público.
Una pantalla que indica en texto y de manera gráfica en qué punto del recorrido se encuentra el autobús y cuál es la próxima parada es, una vez más, una solución de accesibilidad necesaria para las personas que no oyen, pero es igualmente útil para personas con discapacidad intelectual, con problemas de comprensión del lenguaje, para turistas, ¡y para mí también!
Así que desde estas líneas animo a todos los operadores de transporte público a que se aseguren de que estas pantallas estén siempre disponibles, encendidas y en perfecto estado de funcionamiento. ¿Y si hablamos de los iconos y pictogramas, esos dibujos que representan un concepto, una palabra o idea, y que deben ser fáciles de entender por cualquier persona? Porque esa es su función: transmitir una información de manera clara, y que no deje lugar a duda o malinterpretación.
Pero… que levante la mano el que nunca se haya parado en la puerta de unos baños porque no sabía si elegir brócoli o zanahoria, o si debía entrar donde el cisne o donde el patito feo. Doy fe, son casos que he me han ocurrido personalmente. Y es que, lo que en un principio parece que se entiende, resulta que no siempre es así.
En el mundo de los pictogramas, no todo vale. Para eso hay entidades que, además de seguir rigurosamente toda la normativa y pautas de diseño accesible, se preocupan de realizar estudios de validación previos para comprobar que los usuarios realmente comprenden el mensaje.
Existen diversos bancos de pictogramas descargables como plenainclusion, arasaac o accesibiliconos. La creatividad no siempre es un valor que sume. Hay casos en los que es mejor no arriesgar.
Estos son sólo algunos ejemplos de lo que viene a llamarse “accesibilidad universal”, que es el derecho que tenemos todos los ciudadanos a desenvolvernos con autonomía en el entorno, independientemente de nuestra condición particular, que ya hemos comprobado no tiene que ver necesariamente con discapacidad. Porque, como decimos los que nos movemos por estos lares: la accesibilidad es imprescindible para algunos, necesaria para otros muchos, ¡pero nos viene bien a todos!
¿Verdad que es bonito pensar que vivimos en una ciudad amable para todas las personas? Otro día os cuento más cosas.
*** Para aquellos que quieran conocer más sobre accesibilidad universal, recomiendo la lectura de “No me señales, no soy diferente”, de mi gran amigo Francesc Joaquín Romeu Mart.