Ray Zapata tenía en mente a su hija Olimpia, a la renuncia a otras pruebas para estar a tope en esta de suelo, y eso le dio la concentración necesaria para clavar su ejercicio en esta final. La serie comenzaban con un clavado, sin arriesgar pero con seguridad.
Muy en los primeros compases, trabajando muy limpio y ateniendo el equilibrio
La estrategia fue no perder una decima en la puntación, de cara a buscar una medalla segura, independientemente del color que fuera. Con una nota 14.933 tendría que esperar a ver el resto de competidores, Ray tan solo era el segundo gimnasta en participantes. No llegar a 15.000 de puntuación, valorando la ejecución, la recepción del ejercicio y la dificultad. Es israelí Dolgopyat se colocaba en primera posición, con la misma nota que Ray, pero con un mayor grado de dificultad.
Quedaban tres gimnastas para acabar la final y el español estaba en segunda posición, medalla de plata por el momento. La cara de Ray era un poema viendo pasar a sus rivales por el suelo de la central de gimnasia de Tokio, más cuando se libraba de Ryu, el koreano, que se le colocaba tercero y solo quedaban dos. A falta de un solo rival, Ray Zapata ya tenía segura la medalla de plata, aunque se quedaba con el disgusto de quedarse a una décima de nota de dificultad de ser oro.
Lo de Ray Zapata recordaba a la emoción que sentimos muchos cuando en Atenas 2004 vimos a Gervasio Defer, quien es para muchos el primer recuerdo olímpico de este deporte, que es una de los más bonitos y estéticos de las olimpiadas.