Un verano en la infancia de: José Luis Ferrández Martínez, Sargento Jefe del GEAS de la Guardia Civil, "Mi padre nos echaba una mirada que nos derretía"

MurciaNoticias, de la mano de Fermín Meseguer Mateos, trae durante el mes de agosto una propuesta refrescante de entrevistas de verano. Profesionales de distintas áreas; murcianos o que pasan sus vacaciones en nuestro litoral, hablarán de sus vacaciones de la infancia y de ahora, tradiciones, lugares de referencia y planes de verano de ayer y de hoy.

¿Quién no se ha puesto alguna vez unas gafas y un tubo de buceo para mirar el fondo del mar en busca de caracolas, almejas y quién sabe si algún pulpo para el aperitivo? Nuestro protagonista de hoy tiene el submarinismo, además, como actividad profesional. Miembro de los GEAS, este murciano que por motivos laborales pasa tiempo fuera de nuestra región, nos enfunda en su traje de neopreno para recorrer con él su fondo marino más personal e infantil.

José Luis, ¿dónde pasabas tus veranos de infancia?

Los primeros recuerdos que me vienen, y los mejores, son los que pasaba en Lo Pagán. Allí nos alojábamos en un primer piso con patio interior, a 150 metros de la playa, con mis tíos, primos, abuelos, padres y hermano. ¡Menuda marabunta! Era genial pasar el tiempo en familia. Pasábamos todo el día en la playa, corriendo, jugando con las cometas y cogiendo berberechos que luego nos comíamos (esto último ahora es impensable). Y todo eso, hasta que nos quemábamos la espalda y nos poníamos negros como el tizón.

Comida o alimento estival que recuerdas con más nostalgia.

¡Madre mía! Se me hace la boca agua solo de recordarlo. La mejor comida: la olla gitana o arroz con habichuelas, y de cena, fritá (tomate, berenjena, pimiento, todo frito), patatas con ajo, boquerones fritos... Todo ello con el toque de cariño de mi abuela Carmen, mi tía Lali y mi madre Loli. No hay mejor menú. 

Nuestro protagonista, preparado para una inmersión

Sabor de helado favorito.

Me encantaba el llamado Super Choc, de Frigo. Era un polo de chocolate recubierto con una capa de medio centímetro de otro chocolate, con gránulos de almendra; vamos, una bomba en toda regla. Costaba 65 pesetas. Ahora, también te digo que lo busco en las cartas de los restaurantes y no lo encuentro. Seguro que tenía algún ingrediente especial que los jóvenes actuales se están perdiendo. 

¿A qué jugabas?

Al “visto”, al “escondite inglés”, al “pañuelo”, a “la perejila” con mi abuelo, lo típico de los ochenteros murcianicos. Ahora, que la llegada de la Nintendo y la Super Nintendo fue una pasada, ya que teníamos los juegos de los recreativos en casa. Cómo disfruté con mi primo Fran y mi hermano Antoñín esos veranos.

¿Qué llevabas o comprabas en el cine de verano?

Nosotros éramos gente muy sencilla: pipas, bocadillos y agua. Y ¡cómo no!, en el descanso, un Super Choc. Ahora me viene a la mente que con el ruido de las pipas hubo algún momento de “tensión”.

José Luis durante un ejercicio profesional

Ahora que solo nos leen: trastada que tu familia nunca supo que hiciste.

Mi madre conversaba mucho con nosotros, y mi padre nos echaba una mirada que nos derretía. Ante ese trato de “prisioneros”, siempre sabían lo que hacíamos de pequeños. 

¿Qué te prohibían hacer por imperativo familiar?

No recuerdo ninguna prohibición. Lo que sí que había eran normas, y como hijo, nieto de militares y bisnieto de guardia civil, nos enseñaron a cumplirlas muy bien.

Tu mejor recuerdo…

Sin duda, las meriendas que hacía con mis primos en la cocina de la playa de mi tía Lali, que nos preparaba leche merengada, batidos de cacao y todos en familia. Ese calor humano, junto a mis abuelos, mis padres...

Nombre de ese amor de verano al que nunca olvidarás. 

La verdad, yo era más sencillo que el mecanismo de un chupete y estaba a los juegos y a cosas de niños. El único amor que he tenido es el de mi esposa Mariam y, si no recuerdo mal, nos conocimos en el mes de noviembre.

¿Terminaste alguna vez el cuaderno de repaso para vacaciones?

Nunca. Primero, yo era un nervio para estar en la mesa sentado, aspecto que aún sigo corrigiendo, y segundo: siempre había un ejercicio que no lo sabían hacer ni los adultos. Misión imposible.

Volvamos al verano actual: ¿Aperitivo y bebida preferidos?

Un platico de matrimonios (boquerones en vinagre y anchoas unidos) con aceitunas, acompañado de un quinto de cerveza bien frío. Y la mojama y la hueva con almendras que mi amigo y vecino de apartamento de la playa nos trae puntualmente cada verano para darnos la bienvenida.

¿Algún libro en el equipaje para estas vacaciones?

Tengo que decirte que me he vuelto un rancio con la lectura. Actualmente leo por obligación temas de legislación relacionados con mi trabajo; aunque tengo un libro a medias, que recomiendo a la gente que tiene que ejercer liderazgo y disciplina: Embajadores en el infierno, de Torcuato Luca de Tena. Cuenta la historia del cautiverio en campos de concentración de la URSS de un Capitán de la División Azul, hecho prisionero durante la Segunda Guerra Mundial, hasta su liberación, 12 años después. Mi abuelo estuvo allí.

José Luis, este verano, con sus hijos José Luis y Carlos.

¿En qué se diferencia el verano de tu infancia al actual salvando la covid?

En que en la infancia disfrutaba como un Marajá, sin pensar, sin problemas, sin dolor. Ahora disfruto viendo a mi mujer e hijos, como son ellos: la princesa y príncipes de la casa.

En agradecimiento a todos los Profesionales y Cuerpos de Seguridad del Estado, que en su desempeño diario, arriesgan sus propias vidas en rescates y salvamentos.